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Poesía, traducción y poemas (2)

EL ESPÍRITU DE LA  TRADUCCIÓN

J.C.F. – Háblame de tu experiencia como traductora y de las obras en español que has traducido al griego hasta hoy. ¿Cuál es, además, tu impresión de la literatura española que conoces?

N.A. – Llevo trabajando como traductora de literatura los últimos cinco años. No se puede decir que sea demasiado tiempo, si consideramos además el trabajo que requiere cada proyecto literario. Sin embargo, en este periodo de tiempo, y aunque no tengo innumerables anécdotas que contar ni íntimas dedicatorias de autores icónicos fallecidos, sí he tenido la oportunidad de acercarme a grandes obras y a grandes escritores. Todo empezó por una beca europea que conseguí para trabajar en el Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de la Universidad de Granada. Comencé junto con otros becarios continuando una ardua tarea de lexicología que estuvo en ciernes durante más de tres años e iba pasando de becario en becario. La meta era elaborar un diccionario español-griego, de ser posible homogéneo, y que si no me equivoco continúa inacabado. No recuerdo exactamente en qué momento surgió otro proyecto aún más exigente e inspirador, pero siempre agradeceré la oportunidad que me brindó el Centro de Estudios Bizantinos, ofreciéndome, al igual que a algunos de los demás becarios, la traducción al griego de la novela de caballería Tirant Lo Blanc de Joanot Martorell. Diré que de los cinco que aceptamos el reto seguimos hasta el final solo dos. También que no teníamos, no tenía ni idea de dónde me embarcaba. Aquello era realmente un viaje magnifico e inesperado que me abrió las puertas a un mundo nuevo: el de la traducción. Así que mi primera experiencia como traductora no podría haber sido mejor, no solo porque el texto original era fascinante, sino porque no tenía ninguna conciencia del miedo que le puede provocar a uno medirse con un texto tan inmenso como Tirant lo Blanc. Yo era como una tabula rasa, si se me permite la expresión, en cuestiones de traducción, sin ningún miedo, ningún concepto preconcebido sobre los principios o la teoría de la traducción. Solo contaba con el texto, las palabras, el idioma, la lengua. A partir de ahí empiezan mis pequeñas andanzas en el campo de la traducción en donde me fui formando poco a poco, y a lo largo de este tiempo me he dedicado casi exclusivamente a la traducción de obras de español al griego. Lo que considero como mi siguiente gran logro es la traducción de la novela La tregua de Mario Benedetti, una obra tan sencilla en apariencia como tramposa para el traductor, en las antípodas de Tirant lo Blanc. Se puede decir que Mario Benedetti me abrió el camino hacia la poesía. Traduje a continuación una amplia antología de poemas de Ángel González, flirteé con la obra de Javier Egea sin llegar a algo serio con su poesía por lo menos hasta ahora -aunque pienso mucho en retomarla- y en la actualidad mantengo esporádicas colaboraciones con blogs y revistas literarias griegas en las que han sido publicados, entre otros textos, varios cuentos de Mario Benedetti, así como un homenaje al eminente escritor granadino Ángel Olgoso.

Entre tanto y para adiestrarme en el arte de la traducción literaria, también por placer, y quizás por alguna mínima dosis de extrema autoconfianza y desafío personal, abordé el libro autobiográfico de Pablo Neruda y la correspondencia personal de Federico García Lorca. Todo esto y algunas cosas más figuran en mi blog personal, donde buscan en vano- todo hay que decirlo- una salida editorial.

Tanto la literatura española que he conocido, como la latinoamericana, me han enriquecido mucho y, a pesar de sus diferencias, constituyen para mí una especie de “literatura afectiva” que me emociona y me apasiona. Precisamente esa cualidad -tan unida al temperamento griego- es uno de los motivos por los que tanto deseo seguir traduciendo al griego, tal como las estoy viviendo, las letras españolas y sus autores, que son las voces de un país al que amo.

¿Qué dificultades específicas surgen en la traducción de poesía del español al griego, si consideras que estas existen?

Las dificultades que surgen en la traducción de la poesía creo que son, básicamente, comunes a todos los idiomas, es decir, cuestiones como el ritmo y, concretamente, la rima, o el tono de voz del poeta. Es verdad que entre el idioma español y el griego hay, por así expresarlo, bastante buena química y afinidad. La estructura sintáctica de las oraciones es semejante, y la expresión del sentimiento poético compatible entre ambas lenguas. Las cosas se complican cuando se trata de poesía de clásica, que a menudo cuenta con una estructura formal única, como por ejemplo el romance, que tiene una combinación métrica y una disposición estrófica específica, que nace de la tradición española y no existe fuera de ella. Entonces sí es difícil porque el traductor debe no solo atravesar el tiempo para hacer que el poema funcione, sino también una distancia cultural. Es complicado y, durante el proceso de la traducción, el traductor con frecuencia se ve obligado a sacrificar algo: la forma en beneficio del contenido o al revés. En las letras griegas un ejemplo característico es la forma en versos de quince sílabas de la canción y el poema épico popular que tiene su origen en la Bizancio del siglo XI. Una de las creaciones más célebres de este género es el poema narrativo Digenis Akritas.

De todos modos, sea cual sea el caso, creo que para la traducción especialmente de poesía hace falta, aparte de conocimientos técnicos, gran riqueza y flexibilidad de vocabulario, destreza y habilidad poética -que ya de por sí no es poco- una, diría, estrecha relación, una intimidad con el otro país, su gentes y sus costumbres. Uno tiene que sumergirse en la vida y hacer suyo no solo el idioma, sino también el país ajeno para poder transmitir, por ejemplo, ese ¡ay! lorquiano en su propia lengua con el fin de que suene tan verdadero y profundo como el original.

En Las briznas (Poemas para consuelo de Hugo van der Goes) libro del que has traducido varios poemas, coexisten varios niveles de lenguaje. Y eso al margen de la narración de Gaspard Gaspard Ofhuys de Tournai, de su propia autoría, que estructura el poemario. Hay una intención en el uso de un lenguaje, si se quiere, impropio de los usos actuales: en cierto sentido el lenguaje poético parece si no arcaico sí de una deliberado esteticismo pretérito, con el fin de aportar verosimilitud al personaje principal de la obra, un artista del Renacimiento en los Países Bajos. ¿Este hecho te ha supuesto alguna dificultad adicional en tus traducciones? Y por otra parte, ¿consideras que has logrado trasvasar al griego esta intención?

En Las briznas se recrea exitosamente un ambiente renacentista. Gracias al acertado uso del lenguaje el lector viaja en el tiempo a través de los siglos: la musicalidad y el ritmo poético que componen la voz del pintor son paradigmáticos y todos estos elementos deben conservarse en la traducción. Hubo poemas en los que ciertas palabras no eran fáciles de interpretar, precisamente por ese aire “arcaico” que exhalaban. A pesar de ello -y hay que tener en cuenta que se ha intentado traducir al griego solo una pequeña parte de la obra -creo que el resultado es hermoso y bastante fiel al original en lo que se refiere a la atmósfera y el cuidado del idioma, uno de los grandes méritos de la obra. He intentado respetar y trasvasar al griego esta fragilidad y esta sensibilidad lírica que, según mi opinión, son características del libro.

De los poemas que componen Las briznas has publicado las traducciones de “Solemnidades”, “Nubes que pasan” y “Regreso al claustro rojo”. ¿Hay algún motivo específico que te llevase a ello, y a ellos? ¿Un criterio de selección, más allá de tu propio gusto personal, que te inclinara a traducir esos poemas en concreto?

Sí, el gusto personal es muy importante, lo mismo en la traducción que en todos los ámbitos. Puesto que contaba con total libertad para ello elegí, al margen de mis preferencias, los poemas que consideré más traducibles, aquellos que tras una primera lectura podía imaginar escritos en griego y que resultasen tan bellos como los originales. Eso es muy importante para mí, casi una obsesión. A la hora de traducir doy siempre preferencia a los textos que sé que van a seguir siendo literarios en mi idioma. Hay textos, poemas, que los leo en el original y son preciosos, pero resulta que por una razón u otra no mantienen exactamente esa misma belleza una vez traducidos, pierden parte de su alma. También pasa lo contrario y hay textos que por así decirlo se elevan, resplandecen traducidos en cierto idioma. Así que, normalmente, no me guío por el poema más aclamado del libro original, sino por el que mejor se adapta al otro idioma, al griego en mi caso, porque al fin y al cabo es la traducción, y no el original lo que llegará al lector del otro país. Sobre el tema de la traducibilidad, uno de los traductores de la obra de Borges en griego, Achilleas Kiriakidis, comentó en una entrevista que “todo se puede traducir, pero no todo es traducible” y creo que estoy completamente de acuerdo.

Permíteme que me detenga en una cuestión espinosa. A tu traducción le hicieron un solo comentario, sobre la expresión “cítara” que, en efecto, volcaste erróneamente quizá llevada de la mano de un falso amigo (1)… me gustaría que reflexionaras sobre este aspecto de la traducción: sobre los falsos amigos que pueden producirse entre su lengua y la nuestra.

Gracias por esa pregunta… un momento muy inoportuno el de mi equivocación, en algo tan obvio, y que provocó dicho comentario. Sinceramente te diré que los faux- amis, los false friends o los falsos amigos son el menor de los problemas de un traductor, aunque hay veces, como fue en mi caso, que le pueden jugar una mala pasada.

Tal vez no hayan sido muy numerosos, pero sí magníficos poetas y excelentes traductores, los que han vertido al español la poesía en lengua griega moderna. Pienso, a vuelapluma, en Elena Vidal y José Ángel Valente, en José María Álvarez, en José Antonio Moreno Jurado o en Vicente Fernández González, entre otros. ¿Cuál es tu opinión sobre la recepción en España de la poesía griega contemporánea?

Se han publicado ensayos y traducciones magníficas de poesía griega en España, como en el resto de Europa, pero a pesar de ello tengo la sensación de que estos estupendos trabajos no llegan o no llegaron a un público tan amplio como podría haber sido, de modo que me parece que son muy limitados los lectores y conocedores no solo de la poesía, sino también de la novela griega contemporánea. Tal vez eso es normal hasta cierto punto, ya que la producción literaria de Grecia es pequeña debido a su tamaño, comparada con otras literaturas nacionales como la inglesa, la francesa o la estadounidense. Al margen de todo eso, mi experiencia personal es que aquí hay mucha afición a la poesía por parte de todo tipo de gente y eso es algo que me gusta muchísimo. En varias conversaciones he notado que a la gente le llama la atención, hasta le entusiasma, saber del libro de un escritor griego traducido al español, ¿pero entonces por qué no vemos más a menudo autores griegos en los escaparates de las grandes librerías? Las razones pueden ser varias… ¿porque no salen nuevos y buenos escritores griegos? Lo dudo. ¿Porque no hay un buen lanzamiento comercial por parte de la editorial que promoverá el libro?, ¿porque la literatura griega no vende?, ¿o porque sencillamente no hay un buen flujo de comunicación entre los agentes literarios y las editoriales de los dos países…?  La recepción de uno o varios autores en un país me temo que tiene mucho que ver con todos esos factores, no basta con que el libro tenga calidad o no. Hace poco me dijeron desde una gran editorial griega con la que he colaborado recientemente: “Cortázar no vende”. Y uno se pregunta: ¿pero cómo puede ser eso? La recepción de un libro, de un verso, de una literatura es un misterio.    

Los nombres de Kavafis, Seferis, Elytis y Ritsos eclipsan, entre otros, los de Sikelianós, Kariotakis, Vretakos, Papaditsas… La proyección de sus figuras eclipsa toda la poesía de sus contemporáneos y oculta casi cualquier rastro de la poesía griega actual, de la que apenas conocemos nombres. ¿Qué figuras destacarías de la actualidad, que te gustaría ver traducidas?

Es verdad lo que dices sobre la poesía actual griega. Sin embargo, esta sombra del pasado es algo muy común para mi país y se extiende en todas las esferas de la vida, de las artes, y a la literatura también. Aparte de la percepción que pueda tener sobre Grecia un literato de otro país, quien efectivamente conocerá solo los nombres de Kavafis, Elytis o Seferis, te puedo asegurar que la poesía actual griega lo tiene igual de difícil incluso dentro de nuestro propio país, así que imagina fuera del mismo… Sobre las figuras que me gustaría ver traducidas, son varias. En el campo de la poesía me gustaría mucho ver, entre otros, a Tasos Leivaditis, a Ntinos Xristinopoulos, al surrealista Giannis Skaribas -que es paisano mío-, a la eterna amada de Kariotakis: María Polidouri. A los dos primeros me gustaría, además, verlos traducidos por mí. Este es mi siguiente reto y proyecto y espero poder compartir pronto con vosotros algunos poemas de ellos en español. También me gustaría ver traducido algún libro de poemas y canciones populares tradicionales, una tarea difícil de realizar, pero inspiradora, que arrojaría algo de luz sobre nuestro pasado más reciente, ensombrecido por nuestro tan lejano y glorioso pasado clásico.

¿Qué sientes al observar la casi nula repercusión que tiene el indispensable trabajo del traductor? Pienso en tantas obras en las que su presencia apenas se reseña y raramente se destaca, o en las recensiones de prensa donde a menudo ni siquiera se menciona al traductor como autor de la misma?

Siento lo que puedes imaginar. Me parece una gran injusticia. Parece formar parte de la esencia del traductor pasar desapercibido. Se espera del traductor que no tenga su propia voz, sino que si puede ser adopte por completo la del autor que traduce, lo que supone uno de los grandes méritos de una buena traducción. El traductor tiene que ser discreto pero certero, y tras tantas páginas de discreción en un libro se nos olvida hasta su nombre.

Una última pregunta, Nancy, con su pizca de malicia… ¿qué te parecen las traducciones de Elytis del Romancero Gitano de Lorca?

Elytis fue el primero en traducir poemas de Lorca.  En el año 1945, escribió su primer artículo elogiando el arte del poeta español. Se puede decir que Elytis fue quien presentó a Lorca al público griego, y contribuyó decisivamente en la divulgación y el conocimiento de su obra poética. A principios del año 1967 Elytis adaptó algunos de los poemas del Romancero Gitano para convertirlos en canciones, en colaboración con el compositor Mikis Theodorakis. Este disco cosechó un gran éxito y popularizó a Lorca, ya que las canciones suelen viajar más rápido que los poemas. Yo conozco el Romancero Gitano en griego precisamente a través de estas canciones, y lo cantaba mucho tiempo antes de leerlo en español. Así que no sería la persona adecuada para hablar de las traducciones de Elytis porque las canciones ofrecen, como ya he dicho, una adaptación de la obra. Aún así, es sorprendente la identificación de los textos con el sentimiento y el carácter griego, a tal grado que la obra parece salida de la boca de un poeta griego. Aunque no siempre fiel al original, como traductora no puedo dejar de apreciar -hasta casi quedar estupefacta- la capacidad plástica de Elytis para transmitir no solo las palabras del poeta granadino sino, sobre todo, su espíritu.

(1) Falsos amigos:“Términos de lenguas diferentes del mismo origen, de forma semejante, o suficientemente parecida, si tenemos en cuenta la estructura de las lenguas consideradas, que  son tomados como equivalentes aunque contengan un significado diferente” (Jean Maillot)

POEMAS

http://www.poiein.gr/archives/22277

ΕΠΙΣΗΜΟΤΗΤΕΣ  / SOLEMNIDADES

 

Χρειάζεται κουράγιο για να ζήσει κανείς χωρίς πίστη,

για να κοιτάξει κατάματα την απεραντοσύνη της θάλασσας,

τον ατέλειωτο ουρανό, το τρομερό πεπρωμένο

που όχι δίχως δέος ατενίζουμε

να σκιάζει την απόλαυση μπροστά σε τόσο

εκτυφλωτικό μυστήριο, γιατί το πιο κοντινό ημέτερο μας

είναι πέρας.

 

Διακεκομένο, σωτήριο

 

φτάνει το φως ενός φάρου στην ακροποταμιά

με το ερανικό του μήνυμα βοήθειας,

ή  ακτινοβολεί ένα αστέρι με ταπεινό φέγγος

χωρίς κανείς να στρέψει την προσοχή του

στα μονοπάτια που ανοίγονται από σκιά και κίνδυνο.

Μα, δεν μας δόθηκε παρά ο φόβος.

Ονομάζουμε πίστη μια θολή ελπίδα

να μην πεθάνουμε οριστικά, σαν

οι πράξεις και τα έργα, σαν οι κόποι και οι μόχθοι

να ήταν άξια περηφάνιας. Εδώ δεν είναι αυτό η πίστη.

Εδώ αυτοβασανίζονται και σπαράζουν

με τυφλές προσευχές που επαναλαμβάνουν

ώσπου να σφαγιάσουν τις ώρες. Εδώ η πίστη είναι δόγμα.

Κι ωστόσο, με συγκινεί να βλέπω τις εικόνες μου να ξεδιψούν

τον πόθο τους να δουν στους πίνακες μου

την αντανάκλαση του Θεού και την αναμφισβήτητη

αλήθεια των αληγοριών. Πόση αγνότητα.

Χρειάζεται αθωότητα για ν’αγαπήσει κανείς,

όπως χρειάζεται καμουτσίκι για ν’αγαπηθεί. 

Κι εδώ κανείς δεν αγαπά, αν και με αγάπη γεμίζουν

τα στόματά τους, λέξη χωρίς χείλη,

χείλη χωρίς μέλι, μελάσσα χωρίς γλύκα.

Εδώ η νύχτα και το πυκνό σκοτάδι,

εδώ η ανήλιαγη και στείρα φέξη,

εδώ όχι ξημέρωμα, όχι στοχασμός,

παρά το απύθμενο πηγάδι των ψυχών

που έψαξαν το φως σε μια αντανάκλαση

του φεγγαριού στον πάτο του, αφελείς τίπουλες, 

που πνίγηκαν από δίψα μες στην παγίδα του νερού.

 

 

Hace falta coraje para vivir sin fe,

para afrontar la inmensidad del mar,

el cielo inabarcable, el destino azaroso

que no sin extrañeza contemplamos

ensombrecer el gozo ante tanto misterio

radiante, pues lo más cercano y nuestro es

confín.

 

Intermitente, salvadora,

 

llega la luz de un faro a la ribera

con su mensaje errante de socorro,

o refulge una estrella con claridad sencilla

sin que nadie repare en los caminos

que desbrozan de sombra y de peligro.

Pero no nos fue dado sino el miedo.

Llamamos fe a una esperanza vaga

en no morir del todo si los actos

y las obras, si frutos y labores

merecieron orgullo. Aquí creer no es eso.

Aquí se mortifican y laceran

con ciegas oraciones que repiten

hasta inmolar las horas: aquí la fe es dogma.

Mas me conmueve que mis tablas sacien

su deseo de ver en mis imágenes

el reflejo de Dios y la verdad sin duda

de las alegorías. Qué candor.

Hace falta inocencia para amar,

como hace falta fuste para amarse.

Y aquí nadie se ama aunque de amor

llenan sus bocas, palabra sin labios,

labios sin miel, melaza sin dulzura.

Aquí la noche y las tinieblas densas,

aquí la umbría y huera madrugada,

aquí no amanecer, no contemplar

sino el pozo insondable de las almas

que buscaron la luz en un reflejo

de la Luna en su fondo, ingenuas típulas,

que se ahogaron de sed en la trampa del agua.

 

 

ΕΠΙΣΤΡΟΦΗ ΣΤΟ ΚΟΚΚΙΝΟ ΜΟΝΑΣΤΗΡΙ / REGRESO AL CLAUSTRO ROJO

 

Και γύρισα.

 

Μικρή σημασία έχει

το να αποδέχεται κανείς την επιστροφή του

και να τρέμει, να βράζει, να δονείται μπρος στην ανακάλυψη

ότι όλα εκείνα που άφησε πίσω του

- τόσο παλιά, τόσο μακριά- τον περίμεναν

πιστά και σίγουρα, πανομοιότυπα σε γάληνη

κι έκπληξη. Τώρα ξέρω ότι τα μονοπάτια

υποκρίνονταν την ελπίδα της φυγής

κι ωστόσο ήταν πληρότητα να σε νομίζεις κενό και μόνο

- ταπεινή μάθηση της αποστάσεως-

και το διακριτό άρωμα αλλοτινών αγρών

να βλέπεις πώς ριζώνει στα ίδια τριαντάφυλλα

 

Γύρισα για να σας πω πόση αγάπη

είδα στο ξύλο και τη φωτιά:

κοιτάξτε πώς το ευγενές κούτσουρο δέχεται ταπεινά

την καυτή θέληση της φλόγας:

ακούστε πώς τριζοβολούν τα γέρικα δαχτυλίδια του,

πώς σκάει ο φλοιός του,

πώς τα κλαδιά που θ’αγκάλιαζαν κελαηδίσματα  

με τρυφερή πραότητα μετατρέπονται

σε πυρακτωμένα κάρβουνα κ’ απομεινάρια,

στερνή φωλιά, πριν από στάχτη,

αρχέγονη εκπνοή της ύλης.

 

Όπως είναι γενναιόδωρη

η φωτιά που θρέφει τα χάδια,

που συναθροίζει κ’ αδερφώνει γύρω της

τα τρεμάμενα χέρια, τις αγκαλιές,

τη θλιβερή μοναξιά των κούφιων αγκαλιών

που δεν κατάφεραν ποτέ να σμίξουν,

που δεν ενώθηκαν ακόμα,

που εντέλει λιώνουν μαζί και συνυφαίνονται

σε φευγαλέα κοινωνία, μ’ αρμονική έκφραση,

και καπνό που κρυώνει και διαλύεται.

 

Γύρισα για να σας πω για το χρώμα

των πτηνών του Οκτώβρη και για την εξορία τους,

που είναι μελαγχολία, ή για το ότι έμαθα

πως αν και τίποτα δεν με ευχαριστεί, σε όλα να παραδίνομαι,

πως αν και τίποτα δεν απολαμβάνω, όλα να τα αποδέχομαι,

πως όταν τίποτα δεν νιώθω, να είμαι ευτυχής,

κι ακόμη όταν τίποτα δεν έχω, όλα να τα κατέχω,

κι όσα σας χρωστώ δεν θα ξεχάσω, αδερφοί,

στην ανάμνηση η μόνη μου παρηγοριά.

Γι’ αυτό και τώρα, που δεν αγνοώ

την γεύση έστω και μιας μοναχικής στιγμής

σας συγκαλώ, σας προσφωνώ έναν προς ένα,

 

πέταλο

  προς

πέταλο 

 

σαν ένα λουλούδι που χέρια παιδικά

μαδίσανε αργά

ορίζοντας βαρύ και καθοριστικό

πεπρωμένο, την αγάπη σας και τη δική μου:

 Τί σημασία έχει τι αγαπάμε, όσο αγαπάμε.

 

 

Y volví.

 

Poco importa

que un hombre reconozca su regreso

y tiemble, hierva, vibre al descubrir

que todo aquello a lo que dijo adiós,

–hace tanto y tan lejos– lo esperaba

fiel y confiado, idéntico en quietud

y asombro. Ahora sé que los caminos

fingían la esperanza de la huida,

mas fue pleno saberse solo y hueco

–sencillo aprendizaje de distancia–

y el aroma distinto de otros campos

hallar prendido de las mismas rosas.

 

Volví para deciros cuánto amor

he visto en la madera y en el fuego:

mirad que el noble leño acepta humilde

la voluntad ardiente de la llama:

oíd cómo crepitan sus anillos añosos,

cómo se resquebraja su corteza,

cómo las ramas que abrazaran trinos

con tierna mansedumbre se convierten

en brasa incandescente y en rescoldo,

último nido, antes que ceniza,

prístina exhalación de la materia.

 

Como es generoso

el fuego que alimenta las caricias,

que congrega y hermana en torno suyo

las manos ateridas, los abrazos,

la triste soledad de los abrazos huecos

que no llegaron a encontrarse nunca,

que no se reunieron todavía,

que al fin se funden juntos y entrelazan,

en comunión fugaz, con armonioso gesto,

mas humo que se enfría y se dispersa.

 

Volví para deciros del color

de las aves de octubre y de su exilio,

que es melancolía, o que aprendí

que aunque nada me plazca, todo entregue,

que aunque en nada me goce, lo consienta,

que cuando nada sienta, me complazca,

y aun cuando nada haya, todo tenga,

y cuanto os debo no olvidare, hermanos,

en el recuerdo mi único consuelo.

Por eso ahora que no ignoro cuál

es el sabor de un solo instante en soledad

os congrego, os pronuncio, uno a uno

 

pétalo

    a

pétalo

 

como una flor que manos infantiles

hubieran deshojado lentamente

al decidirse en una suerte grave

y decisiva, vuestro amor y el mío:

qué importa lo que amemos cuando amamos.