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El corazón de Yenin
En 2005 se produjo la noticia. Una noticia a la que estamos habituados desde hace ya algunos años. La muerte de una persona de forma fortuita, puede ser la esperanza de vida de varias, a través de los trasplantes de órganos. Dicho así, nada hay de excepcional, sobre todo para la visión occidental en general y española en particular, pues el grado de solidaridad de nuestro país es uno de los más altos del denominado primer mundo[i]. Pero todo empieza a tomar otro color si nos vamos adentrando en la situación geográfica donde tiene lugar la altruista donación, ya que se produce en el campo de refugiados de Yenin, un pozo tercermundista rodeado de la floreciente economía israelita. Un criadero del terrorismo suicida palestino que, apenas tres años antes, fue masacrado por el ejército de Israel. Pero aún más sorprendente es el resultado de esta donación; según nos relata el artículo de El País Corazón contra el odio y su redactor, Fernando Goitia, al menos uno de los órganos fue a parar al cuerpo, dañado por la enfermedad, de una niña judía. ¿Qué mecanismos se pusieron en marcha para que una acción de solidaridad acabara beneficiando al enemigo? ¿Quién lo permitió? ¿Cómo fue asumido por los receptores? Y sobre todo ¿Cuál es la repercusión mediática y en qué ha afectado a las relaciones palestino-israelíes? Son sólo algunas de las preguntas que asaltan al conocer esta historia, cuando menos, singular.
Pero vayamos por partes, el reportaje publicado en el suplemento semanal de El País de 30 de agosto de 2008, es decir, casi tres años después de haber sucedido los hechos, es un reportaje periodístico motivado por el estreno de un documental alemán, dirigido por Leon Geller y Marcus Vetter, premiado en el Festival de Cine de Valladolid. Por tanto, no está cargado de la inmediatez y espectacular acción solidaria realizada en una geografía y un momento de gran hostilidad, sino bajo el prisma de la película y de sus responsables alemanes.
Los hechos son simples y desgraciadamente habituales[ii]. Unos niños palestinos juegan cerca del espacio fronterizo de Yenin, en Cisjordania. En este caso, uno de los niños, Ahmed Katib de 13 años, lo hace con una pistola de plástico para jugar a “los buenos y los malos” es decir a “árabes y judíos”. Una patrulla israelí lo ve y por teórica confusión le disparan dos tiros. Ahmed no murió en el acto, lo haría en el hospital y allí es donde se origina el proceso de donación que finalmente sería noticia en todo el mundo.
Es curioso ver como, lo que en líneas generales es un acto prácticamente privado y que salvaguarda el anonimato del donante, se convierte, en una zona conflictiva como ésta, en noticia reseñable y mostrable con nombres y apellidos. Obviamente, estamos en guerra y en ella todo vale, no siendo menos la guerra informativa, así con esta acción se lavan conciencias y se predisponen otros niveles de encuentro entre las partes. Todo esto abre nuevos interrogantes que nos obligan a repasar la historia.
Para poder entender la trascendencia de la noticia, tenemos que saber en qué entorno geográfico y sociopolítico nos encontramos. Yenin es un pequeño asentamiento palestino del norte Cisjordania. Cisjordania pasó a manos israelíes durante la Guerra de los seis días y fue reclamada insistentemente por Jordania hasta 1988. Teóricamente, junto con la franja de Gaza, no es territorio ocupado sino que no pertenece a ningún estado, aunque se encuentra ocupado por la administración militar israelí y la Autoridad Nacional Palestina. En este territorio se encuentra la Gobernación de Yenin que abarca varias ciudades y, sobre todo, el asentamiento fronterizo de Yenin que pasó a manos de la administración palestina en 1995, en cumplimiento de los Acuerdos de Oslo de 1993. Según dichos acuerdos, la administración militar israelí cedía la autoridad sobre educación y cultura, salud, seguridad social, impuestos, aduanas y turismo, a la administración civil palestina. Pero, en 2002, una oleada de atentados terroristas en terreno israelí -recordemos que el Campo de Yenin tiene una situación limítrofe con la Línea Verde y con los asentamientos israelíes- propiciados por organizaciones como La Yihad Islámica Palestina, los Mártires de Al-Aqsa o Hamas, que causaron más de cien muertos civiles en Israel y centenares de heridos en ataques suicidas que provenían de la denominada Capital de los Mártires, es decir el Asentamiento de Yenin.
Así las cosas y, tras un atentado suicida contra un hotel, realizado el 27 de marzo de 2002, que causó dieciséis muertos y más de un centenar de heridos, Israel realizó inmediatamente unas declaraciones que mostraban su posición[iii]; realiza una operación de castigo denominada Operación Muro Defensivo en Gaza y Cisjordania, que se inicia al día siguiente, mientras La Liga Árabe ofrece la paz, a cambio de la retirada de los territorios ocupados y un devaluado Arafat propone un alto el fuego. Ni que decir tiene, que ni Sharon ni su gobierno estaban dispuestos a ello, por lo que en los días siguientes sitiaron a Yasser Arafat en su bunker de Ramala, de donde no saldría más que para morir en 2004, en territorio francés. Ante esta situación, la Yihad y Hamas respondieron con un nuevo atentado suicida, el 31 de marzo, contra un restaurante de la ciudad judía de Haifa.
En esta situación de violencia creciente, que afectaba a ciudades tan importantes como Belén o Ramala, aparecía en escena el campo de refugiados que nos ocupa, en donde la operación fue de proporciones tan brutales que se popularizó como La Masacre de Yenin. Las fuentes, siempre inciertas e interesadas, dependiendo del bando, hablaban hacia el ocho de abril de 2002[iv] de más de un centenar de muertos, multitud de heridos que no podían ser socorridos por la atención médica y de más del 50% de las viviendas palestinas derribadas por los bulldozer del ejército israelí, situación que empeoró dos días después; el sitio que padecían impedía la llegada de medicinas y alimentos, al tiempo que impedía la salida de ambulancias para recoger a los heridos, lo que llevó a los milicianos palestinos a publicitar como su particular Masada[v]. Estos hechos de terror quedan plasmados hacia mediados del mes de abril por la Cruz Roja Internacional, en donde se habla de crímenes de guerra, al haber sido atacados civiles de forma indiscriminada[vi].
Hasta aquí, hemos extractado la información aparecida en un medio de información nacional, solvente y relativamente objetivo, como es El PAÍS. Tendríamos que contrastar esta información con algún elemento de mayor veracidad y de implicación directa con los acontecimientos producidos en Oriente Medio y que a la vez fuera neutral, para poder dar fiabilidad y tomar partido por una u otra actuación. Obviamente, acudir a los informes realizados por las partes interesadas no aportaría más que un cruce de acusaciones mutuas que no conducirían a desvelarnos nada concreto, más allá de la utilización interesada del lenguaje, para la diplomacia de cada una de las partes. Por tanto, sólo nos quedan la visión y los informes que la ONU realizara en su momento. Y, quiero detenerme un poco en este punto, para demostrar cómo la información en este tipo de conflictos y en el abordaje inmediato de la historia, no permite más que aproximaciones e intuiciones que, por muy acertadas que estén, deberán ser objeto de nueva revisión en un futuro a medio plazo. Es en el fondo, la asunción de la imposibilidad de obtener la verdad absoluta que debe de asumir el historiador Así, la estimación del informe de los observadores de la Unión Europea ante el Secretario General de la ONU cifra los daños físicos de la siguiente forma:
“- Destrucción de edificios de seguridad e infraestructura en la ciudad de Yenín.
- Destrucción de edificios de seguridad de la Autoridad Palestina en la ciudad de Yenín.
- Destrucción total de 160 edificios en el campamento de refugiados.
- Destrucción parcial de 100 edificios. Un total de 800 familias sin abrigo; una estimación global de más de 4.000 personas.
- Destrucción total del 10% del campamento.
- El centro del campamento de refugiados ha quedado totalmente arrasado. La zona tiene un diámetro de unos 200 metros y abarca una superficie de aproximadamente 30.000 metros cuadrados; en ellas existían unos 100 edificios que han quedado totalmente destruidos.”[vii]
Mientras que los datos obtenidos, sobre las bajas personales, son los siguientes:
“Sobre la base de los cadáveres recuperados a la fecha, se calcula que el número de bajas palestinas en Yenín y el campamento de refugiados como resultado de esta operación militar asciende a unas 55, de las cuales, varios eran civiles, incluidos cuatro mujeres y dos niños. En los enfrentamientos ocurridos en Yenín se produjeron 23 bajas israelíes.
El número de bajas palestinas podría aumentar cuando se eliminen los escombros. La mayoría de los observadores tiene la certidumbre de que bajo los escombros yacen algunos cadáveres.
No obstante, de acuerdo con las estimaciones más recientes del OOPS y el CICR, el número de desaparecidos disminuye constantemente a medida que las FDI ponen en libertad a los palestinos detenidos. En todo caso, se trata de una cifra muy difícil de calcular. Existen varios informes sobre el uso de civiles palestinos como escudos humanos.”[viii]
El problema radica desde el momento en que una de las partes, en este caso Israel, se niega a la presencia de observadores y de enviados especiales no alineados, durante las fases de agresión y en las fechas inmediatamente posteriores a lo hechos. De este modo, el informe que estamos viendo reconoce la incertidumbre arrancando de la siguiente forma:
“El informe fue redactado sin que se efectuara una visita a Yenín o a las demás ciudades palestinas en cuestión y, por consiguiente, se basa por completo en los recursos y la información disponibles, incluidas las comunicaciones de cinco Estados Miembros y misiones de observadores de las Naciones Unidas, documentos del dominio público y otros textos presentados por organizaciones no gubernamentales. El Secretario General Adjunto de Asuntos Políticos dirigió sendas cartas al Representante Permanente de Israel y al Observador Permanente de Palestina ante las Naciones Unidas para pedirles que presentaran información, pero esta petición sólo fue atendida por este último. Al no haber recibido respuesta de Israel, las Naciones Unidas han dependido de declaraciones públicas de funcionarios israelíes y de documentos de libre difusión del Gobierno de Israel relacionados con la solicitud que figura en la resolución ES-10/10”[ix].
Por tanto, existe el reconocimiento tácito de que el informe se realiza, en su mayor parte, mediante testimonios de terceras partes. No quiero decir con ello que los hechos no sucedieran tal cual se narran, sino que la información siempre va ser una fuente interesada, algo que podemos aplicar al artículo que nos ocupa. El tono conciliador y de esperanza que se desprende del relato, debe ser fiel reflejo del que se haya marcado en el film alemán. Seguro que no hay una intención de falsear la realidad, pero sin querer se adopta postura. En este caso, además, con secuelas informativas recientes e importantes, como veremos más adelante. Pero ¿cual es la seguridad de que los hechos fueron así realmente?
Es en esta situación y, en medio del proceso de restablecimiento de la normalidad en el campo de refugiados, en donde se producen, tres años después, los hechos que hemos relatado anteriormente. La ONU, en la recapitulación del Consejo de Seguridad de 2005, reconoce que se están llevando a cabo importantes avances para la pacificación del territorio. La retirada de Israel de la franja de Gaza y de la ribera occidental de Cisjordania, la apertura de la frontera entre Gaza y Egipto, así como la celebración de elecciones en Palestina, donde fue elegido Mahmoud Abbas, facilitó el inicio de conversaciones con el primer ministro israelí Ariel Sharon, que se encontraron en Egipto en febrero de 2005. Allí, ambos líderes dijeron estar de acuerdo en la pacificación y en seguir la famosa “hoja de ruta” de 2003 que el cuarteto –ONU, Rusia, EE.UU. y la Unión Europea- había designado para la normalización de la zona. De este modo, a lo largo de 2005, se inició el desalojo de los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania.
Por tanto, la noticia, la película, el artículo, que nos ocupan suceden en un momento de acercamiento entre las partes y, esto, no podemos dejarlo pasar por alto. Por supuesto que el resentimiento de los habitantes de Yenin, tenía que ser enorme y, por supuesto, que la muerte indefendible de un niño palestino, no podían ayudar a mejorar las cosas. Pero es en ese clima en el que se produce la triste noticia y no podemos sustraernos a los intereses supra-familiares que aquí se están moviendo. El padre de Ahmed relata, al comienzo del artículo, que el acto de humanidad confundió a los israelíes:
“A los judíos no les gustó nada lo que hice. Muchos hubieran preferido verme convertido en una bomba humana. Se sentirían mejor si este palestino hubiera matado a uno de sus hijos en vez de haberle salvado la vida a otro. Para mi, todo fue mucho más gratificante que si hubiera vengado a mi hijo acabando con uno de sus soldados”
Está claro que en esta historia están presentes el resentimiento, el deseo de venganza y el sufrimiento de años de sometimiento en un campo de refugiados. Está claro que en la acción hay un deseo de victoria sobre la otra parte. A los judíos, parte pasiva en esta historia de la donación, no les queda otra opción que aceptar esos órganos salvadores, no están en posición de rechazo y menos en el momento de mayor apertura que se podía esperar de la política agresiva que había realizado hasta la fecha Ariel Sharon. Así, el órgano transplantado, el que generará vida en una pequeña niña israelí, llegó al seno de una familia integrista y ortodoxa a la que a priori no le satisfacía la donación de un musulmán para su hija, pero la operación se llevó a cabo y los resultados fueron óptimos ¿Hasta que punto fue esta familia libre de elegir? Esa es otra gran incógnita en esta historia. Según nos relata el reportaje, los directores del documental visitaron a Yaakov Levinson –padre de la niña- en 2007 y aún seguía lleno de prejuicios. No quería conocer a Ismael –padre de Ahmed- aunque el encuentro es fundamental para el desarrollo del film. El momento melodramático del encuentro debe ser un clímax en la narración cinematográfica de esta historia, por lo que el encuentro se produjo y la moraleja se nos brinda en el reportaje, Yaakov, tras tomar un café junto a Ismael dijo:
“¡Qué pena no habernos conocido antes! Esa es la clave. Conocerse, hablar. El mayor enemigo de la paz los prejuicios. Para muchos judíos, todos los árabes se comportan y piensan en términos de terror y venganza, pero no es así. Hay miles de personas que no ansían la revancha, sino vivir en paz y armonía con sus vecinos…”
En otro orden de cosas deberíamos también ver en que circunstancias se produce la donación. Ahmed, llega en estado de muerte clínica al hospital israelí de Haifa. Allí los médicos hablan con el padre y lo convencen de la importancia de la donación. Ismael que había perdido a un hermano, por culpa de una larga enfermedad renal, es receptivo pero también es consciente de los problemas en los que se puede ver envuelto y consulta con las autoridades de Yenin. Primero con Zakariva Zubeidi, jefe de las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, después con el muftí de Yenin, y ambos dan su consentimiento. El comentario del terrorista Zubeidi es esclarecedor de cual es la interpretación palestina al gesto que nos ocupa:
“Mira, Ismael, yo lucho con las armas, pero si deseas ir por este camino, Alá estará contigo”
O sea, estamos ante otra forma de lucha activa, la de la generosidad ante la violencia, o lo que es lo mismo la propaganda internacional[x]; situar en otro mundo la benignidad y solidaridad palestina, frente a la obcecación e injusto poderío israelí. En otra versión, la del The Washington Post, Zubeidi diría:
“Este tipo de acción es una forma de resistencia… Cinco miembros de la comunidad israelita están llevando parte de un palestino. No creo que alguien con un órgano palestino pueda ahora matar a un palestino. Por no decir que estas familias tienen ahora una familia en Yenin”[xi]
Pero ¿Por qué se produjeron los disparos? Aquí la información también es relativamente interesada, pero si seguimos el citado artículo del The Washington Post, los soldados israelíes estaban inmersos en una reyerta con intercambio de disparos entre ellos y cinco combatientes palestinos. En medio se situó Ahmed y recibió los disparos que lo mataron. Por tanto, no fue un ataque premeditado sino una acción de guerra. Esto también ayuda a suavizar el drama y probablemente a realizar un acto de contrición por ambas partes y facilita el final solidario del que hablamos.
Nos queda ahora ver un problema que no es menor y que, sin embargo, a lo largo de toda esta historia, nadie se plantea en los términos reales. La actitud hacia el transplante de órganos de las diferentes creencias religiosas. En el caso musulmán, no existe más reparo que el político y social con respecto a los destinatarios. Pero en la comunidad judía ¿como se justifica este acto?
En cuanto la noticia se hace pública, el ministro israelí de finanzas, Ehud Olmert, pide disculpas a la comunidad palestina por el accidente y agradece el gesto. Mientras que en el parlamento el bloque árabe es el que se pronuncia de forma más elogiosa. Ahora bien, la doctrina judía tiene importantes reticencias con respecto al respeto del cuerpo humano y la definición de la muerte. De hecho, el tema de los transplantes ha sido ampliamente discutido por los rabinos para aclarar, por ejemplo, cual es el estado definitivo de muerte del paciente para poder proceder a la extracción de los órganos. Recordemos ahora que, a finales de 2005, el año que nos viene ocupando, Ariel Sharon sufrió varios infartos cerebrales que lo han dejado postrado, en coma profundo y sin posibilidad de recuperación y, ahora cinco años después sigue en el mismo estado, pues su muerte no ha sido admitida clínicamente por la tradición hebraica.
Por otra parte, la importancia de la integridad del cuerpo humano es también un tema importante para el pueblo judío que, incluso en el caso de autopsias, exige que todo el tejido extraído sea reintegrado al cadáver antes de su enterramiento. E incluso, en alguna ocasión, se ha llegado al canje de prisioneros de guerra por los cuerpos de combatientes fallecidos. Estamos, por tanto, ante una cultura que reconoce un papel excepcional al cuerpo que Dios nos ha otorgado y a la vida que lo acompaña, por lo que la reticencia a la política de transplantes en Israel y en otras poblaciones hebreas importantes, como la de EE.UU., ha sido siempre motivo de consultas rabínicas.
Obviamente, es de suponer que los prejuicios de Yaakov Levinson, el padre de la receptora de un órgano de Ahmed e improvisado actor en el documental, no sólo venían del origen palestino del mismo, sino también de su propia tradición y más si es un fiel ortodoxo. La realidad es que hasta hace poco no se normalizó la política de transplantes en Israel[xii] y aún así el número de donantes es muy bajo por lo que Israel es deficitario en órganos.
Esta situación, nos lleva a otro grado en la escalada de la guerra mediática que acompaña a este conflicto: el contrabando de órganos para el transplante y las acusaciones palestinas de la matanza de niños palestinos, para surtir de órganos, a los hospitales israelíes. Obviamente, esta noticia no es contrastable y probablemente no sea cierta, al menos a la escala que se denuncia desde las organizaciones islámicas. Pero la realidad es que existe y la red está plagada de páginas que lo denuncian, creando una corriente de opinión interesada que encuentra un nuevo frente de batalla en algo tan antiguo como la bíblica matanza de inocentes y los raptos en las guerras medievales. Modernizamos el medio, pero el concepto sigue siendo el mismo.
Por si fuera poco, Israel también busca un mártir donante desinteresado, en dirección musulmana. Así, en 2002, el año de los atentados que provocaron la Masacre de Yenin, moría en uno de esos atentados un joven judío escocés en Tel Aviv. Pocas horas después la familia donaba un riñón para el trasplante en una niña palestina de Ramala. De esta noticia se hacían eco todos los medios de comunicación y concretamente EL PAÍS la titulaba “Un trasplante contra el fanatismo”[xiii]. Más allá de lo oportuno y efectista que es el titular en el lenguaje periodístico, debemos ver que lo que se mueve es un capítulo más de la guerra informativa en las que una y otra parte se acogen a hechos que no debían de tener más excepcionalidad que la de la solidaridad, para agrandar el prestigio y humanitarismo de su bando.
Tras haber analizado el marco histórico y geográfico en el que se encuadra esta historia y haber buceado en las connotaciones políticas y sociales y su eco en la industria informativa, nos queda centrarnos en la película que origina el presente artículo y que se llevó el premio al mejor documental del Festival de Cine de Valladolid, pero que jamás se ha estrenado en sala y ni tan siquiera se ha editado en España.
La película la tenemos que enmarcar dentro de, lo que podríamos llamar, un nuevo subgénero dentro del documental; el dedicado al mundo palestino-israelí y su conflicto, pero con un acercamiento de observador ajeno, pasivo, ilustrado, contemporáneo y desde una visión sujeta formalmente a una disciplina artística. Solamente nos vamos a ocupar de dos manifestaciones más; otra película y un proyecto musical.
La película que vamos a citar es Free Kick de Marcelo Piña Lorca, joven realizador chileno que, durante cuatro años, estuvo rodando y montando el film que, finalmente, sería galardonado con el premio revelación en el 21 Festival de Trieste. Free Kick, tiene un subtítulo que adentra en la temática “Un retrato de la selección palestina de futbol”. Se trata de un film documental que arranca con el reconocimiento, por parte de la Federación Internacional de Futbol, de la selección nacional palestina y relata como ésta, se tiene que preparar y jugar las diferentes eliminatorias, pero en territorios foráneos, pues no tiene posibilidad de hacerlo en los territorios ocupados y mucho menos en territorio israelí. Por tanto, sufren un exilio deportivo que no les quita la ilusión porque dan la imagen de nación que tanto reclama la Autoridad Civil Palestina. Como vemos, una vez más, el discurso propagandístico y mediático se introduce en una nueva versión, esta vez la deportiva. Mientras que un documental de gran precisión y teórica objetividad, mediante un montaje excepcional, nos muestra el calvario y el éxodo de los deportistas palestinos y su ilusión por reivindicar su patria.
La segunda muestra que queremos traer aquí es la del proyecto musical “Diwan”[xiv] de Daniel Barenboim y Edward Said que bajo la fórmula de fundación filantrópica desde 2004 y auspiciada por la Junta de Andalucía, desarrolla varios proyectos musicales, en los que pretende dar cabida a músicos israelíes junto a los de otros países, especialmente musulmanes y, a ser posible, palestinos. Gracias a estas buenas intenciones, el Jurado del Premio Príncipe de Asturias de 2002, acordó concederles el Premio a la Concordia, por los siguientes motivos:
“…acuerda por mayoría conceder el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2002 a Daniel Barenboim y Edward Said quienes, con independencia de su destacada proyección artística e intelectual, realizan una generosa y encomiable tarea a favor de la convivencia y de la paz, simbolizada en la colaboración de jóvenes músicos que, superando antagonismos históricos, fomenta el diálogo y la reflexión”[xv].
Más allá de que los objetivos hayan sido conseguidos, vemos una vez más un uso mediático de un proyecto artístico que pretende trasladar el conflicto a unas fronteras lejanas y que sean eco de un conflicto pendiente de resolver y que tiene poco peso en los territorios en litigio, pero que sí suelen llevar un reconocimiento importante en otros países, pues la atracción del tema y la propia difusión mediática del otorgamiento de un premio, está prácticamente asegurada.
Queremos con esto recapacitar sobre la postura que el arte adopta en referencia a los conflictos bélicos, aupándolos en ocasiones a gestas de carácter romántico o post-romántico, como ocurrió con la Guerra de Independencia de Grecia en el siglo XIX o la Guerra Civil española y sus contingentes de brigadistas internacionales. Hay habitualmente una toma de posición cercana al más débil o a quién manifiesta unas ideas más liberales que empaña la compresión real de los hechos, mediante unos lenguajes formales de gran efecto que pueden agrandar o empequeñecer hábilmente cualquier postura.
Tenemos, como historiadores, que abordar el análisis de todas estas obras desde el punto de vista de la historia del arte y darnos cuenta de que la historia del arte, es una parte importante de la historia de la cultura y por tanto de las mentalidades, pero no de la historia total, con independencia de su imposibilidad. Así, si la obra artística o literaria puede estar marcada de influencias ideológicas o intereses espurios, lo que si es verdad es que está mostrando, de forma clarísima, la mentalidad del momento y del espacio donde se produce, con lo que tendremos una información crítica que nos permita desarrollar una hermenéutica correcta, sobre los grandes fenómenos que engloban las particularidades tratadas por la obra de arte.
En resumen, nos hemos encontrado ante unos hechos objetivos, totalmente ciertos y comprobables: El niño de 12 años Ahmed Khatib es abatido por dos disparos de soldados israelíes y llega en estado de muerte clínica al Hospital israelí de Rambam en Haifa. Allí una vez solicitado el permiso de sus padres y estos, a su vez, de sus líderes políticos y espirituales, se produce la donación de los órganos de Ahmed que van a ir a parar a diferentes receptores, entre ellos niños judíos y, este acto provoca un pequeño revuelo informativo y una película que ilustra intencionadamente un episodio de solidaridad, como ejemplo de diálogo para el futuro. Tras la película, llegan los premios y, como consecuencia, el reportaje que nos ha ocupado a lo largo de estas páginas.
Pero al mismo tiempo, nos encontramos con otros hechos más sutiles y difíciles de cuantificar como son la propaganda dirigida, el descrédito del enemigo, su contestación mediática y sobre todo su repercusión ante los afectados. No los directamente afectados, sino a las poblaciones en conflicto. Desde luego, es cierto que el conocimiento de atrocidades por los organismos internacionales produce su efecto en forma de sanciones o embargos económicos. Pero no es menos cierto que no se tratan con el mismo rasero unos intereses que otros y ahí es donde debe llegar nuestro análisis.
Por último, comentar que al final del reportaje periodístico se anunciaba que el equipo de rodaje de “El Corazón de Yenin” se encontraba inmerso en la construcción de un cine en el campo de refugiados. Pues bien, ese cine ya está en funcionamiento gracias a la iniciativa de Vetter, la ayuda del gobierno alemán y algunos mecenas más y, aunque no sea de nueva construcción, sino la rehabilitación de un cine arrasado durante la primera Intifada en 1987, lo cual le da también un tono épico a la historia, es otra realidad objetiva y, por tanto, una mejora considerable del nivel de vida y bienestar de los habitantes de Yenin.
Como colofón, entresacamos unos párrafos publicados en el diario EL MUNDO el cinco de agosto de 2010, por el periodista catalán Sal Emergui, que ilustran con claridad todo lo dicho más arriba, especialmente la utilización propagandística y dirigida hacia el exterior y desgraciadamente hacia el interior.
“’Cinema Yenín es un paso importante para convertirnos en la ciudad palestina más atractiva y espectacular. El pueblo palestino ha sufrido mucho’, afirma el manager del cine, Fahkri Hamid. Se refiere a muchos años de ocupación y a la Segunda Intifada cuando su ciudad y los alrededores fueron escenario de cruentos enfrentamientos entre las milicias y los soldados israelíes.”
“Yenín quiere demostrar que ya no es, por ejemplo, el nido donde se preparaban y escondían los cinturones de explosivos que posteriormente eran activados en las ciudades israelíes. Hamid espera que el Cinema Yenín se llene cada día y que las nuevas generaciones sólo sueñen con ser actores o directores.”
“‘Hace ya más de dos años que no se ven hombres armados en las calles de Yenín. El cine significa mucho. Significa la vuelta a la normalidad que tanto desea la gente’, comentó recientemente Vetter que cree que ‘muchos israelíes y palestinos están ya hartos de tanto odio’”
“El manager del cine reconoce que las películas deben tener el permiso del Mufti de Yenín antes de ser proyectadas. “Tenemos una comisión que verifica todas las películas y decide sobre las que pueden ser más polémicas. El Ayuntamiento, el Mufti y algunos empresarios son los encargados de verlas y decidir sin son válidas’”[xvi]
Yenin vuelve a disfrutar de un cine veintitrés años después. Una oferta de ocio que pueda evadir de la cruda realidad a la población sometida. Esto ha sido posible gracias a la solidaridad internacional, pero lejos de crear nuevas generaciones libres de prejuicios y con capacidad de discernir, servirá para dirigir a través de la censura las ideas de sus espectadores.
Por cierto, la primera película proyectada fue El Corazón de Yenin de Leon Geller y Marcus Vetter.
(Enlace de interés sobre los hechos acontecidos en Yenin: http://elpais.com/diario/2002/04/20/opinion/1019253602_850215.html)
[i] http://www.divulgauned.es/spip.php?article36
[ii] Recientemente ha sido fallado un caso de otra muerte “accidental” infantil en 2007, en la franja de Gaza, en este caso una niña de 10 años.
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Conflicto/31120/
[iii] EL PAIS Digital. 28-03-2002
[iv] EL PAIS.Digital. 02-04-2002 y 08-04-2002.
[v] EL PAÍS Digital. 10-04-2002. En clara referencia a la heróica actitud de los celotas frente a las tropas romanas en la ciudadela de Masada..
[vi] EL PAÍS Digital, 16-04-2002.
[vii] http://www.un.org/spanish/peace/jenin/index.htm. Informe del Secretario General elaborado de conformidad con la resolución ES-10/10 de la Asamblea General.
[viii] Ibídem.
[ix] Ibídem.
[x] http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2005/11/11/AR2005111101624.html.
Wilson, Scott. Life and Hope flow from palestinian Boy’s Death. In Peace overture, family donates organs to Israeli patients.
[xi] Ibídem.
[xii] http://donacion.organos.ua.es/submenu3/inf_sanitaria/religiones/el-judaismo.asp Página del equipo de coordinación de trasplantes del Hospital de Alicante.
[xiii] http://www.elpais.com/articulo/ultima/trasplante/fanatismo/elpepiult/20020924elpepiult_1/Tes/
[xiv] Fundación Barenboim-Said. http://www.barenboim-said.org/index.php?id=158.
[xv] Fundación Premios Príncipe de Asturias. http://www.fpa.es/premios/2002/daniel-barenboim/jury/
[xvi] EL MUNDO, edición digital. 05-08-2010