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Inediciones 2

Continuando con la serie de entradas dedicadas a la publicación INEDICIONES (dentro del periodo JGARCÍA) me dispongo a detallar el segundo número realizado en el año 1998.

En esta ocasión el monográfico fue dedicado al Metro-patrón en el bicentenario de su definición.

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Contamos con las aportaciones de:
Jorge Sainz (Arquitecto y profesor de composición arquitectónica en la Universidad Politécnica de Madrid): “Del cuerpo al cosmos. Evolución de las unidades de medida en el mundo real”,
Ignacio Henares (Catedrático y Director del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada): “El Metro-patrón y el espíritu jacobino de la ley”,
Nicolás Torices (Doctor en Historia del Arte): “La medida de la Revolución”,
y la obra  de Gustavo Tornet (Artista plástico): “Praescriptura D.P.26,96″ -serigrafía sobre goma”.

Y además:  “El 22 de junio de 1799 (4 de mesidor del año VII de la República Francesa) se presentan a la Asamblea, al Consejo de los Quinientos y al Senado, los patrones del metro y del kilo, construidos con platino, los cuales quedaron custodiados en un doble armario de hierro con cuatro llaves, en los Archivos Nacionales de París. LA PRÁCTICA DE LA MESURA es el título de una exposición, organizada por INEDICIONES, que reúne un conjunto de obras de diversos artistas conmemorando este acto solemne.”

Esta exposición se pudo ver en la sala de exposiciones del Colegio de Arquitecto de Málaga y en el Parque de la Ciencias de Granada, con obras de Ángeles Agrela (artista): “Metro plegable”, Sancho Arnal (artista): “Artímetro”, Giro (artista): “S/T”, Antonio J. Torrecillas (arquitecto): “S/T”, Joaquín Ivars (artista): “Escondite de 1 m3″, Julio Juste (artista): “Patrones de medida”, Francisco Montañés (arquitecto): “S/T”, Carmen Sigler (artista): “Des-medidas”, Ana Trillo y Emilio García (artistas): “El pabellón del vacío. Tokonoma” y “La exacta forma de los recuerdos”. Y la obra del poeta Juan Carlos Friebe: “Poema decimal”.

INTRODUCCIÓN
por JGARCÍA

- “La inscripción que hay en la fachada del edificio de la Social Science Research de la Universidad de Chicago reza así: ‘Si no puedes medir, tu conocimiento es escaso e insatisfactorio’. Sin duda, muchos de sus habitantes, prisioneros en sus modernos laboratorios, examinan el mundo a través de la barras de hierro de los enteros sin darse cuenta de que el método que se esfuerzan en seguir no sólo es necesariamente estéril e infructuoso, sino que además no es el método al que se debe atribuir el éxito de la física.”
Alan F. Chalmers

- “No tengo fe en lo que no ha sido medido”.
Charles Darwin

Conocer el tamaño de las cosas atendiendo a un sistema de unidades fijo, con cobertura internacional, ha proporcionado la fiabilidad necesaria para muchos cálculos de todo orden. Sin esa fiabilidad, hallar acuerdo entre resultados diferentes de una misma operación métrica podía suponer, arriesgadamente, una negociación entre las diversas interpretaciones. El metro-patrón, en si mismo garantizó “a tous les temps a tous les peuples” el valor de una longitud de referencia universal, a la vez que, sus responsables, con esta medida, alentaban una concepción más igualatoria y a la vez más abstracta de la distancia, optimizando el funcionamiento de maniobras de tipo proyectivas, científicas y mercantiles.

Con la publicación del segundo número de INEDICIONES conmemoramos el nacimiento del metro, mejor dicho, la situación social que lo produjo, y el conjunto de hechos que articulan su historia, sin olvidar que este cambio operativo -aunque aparentemente asume el aspecto de un simple cambio técnico- ha podido modificar las circunstancias de nuestra noción de la medida, no sólo ya en cuanto a lo que supone de precisión, sino que también ha afectado a otras cuestiones importantes como la normatización de los formatos de los materiales o a los modos y gestos con los que las personas van a utilizar objetos producidos bajo el rigor de los nuevos patrones.

Por eso hemos creído conveniente recoger -además- un conjunto de obras de diferentes artistas, los cuales, plantean y resuelven con ellas algunas cuestiones en torno al hecho de medir, pero mediante su propia experiencia y sensibilidad; lo que no quiere decir que su trabajo diste de la realidad técnica y objetiva, sino que además debe satisfacer y alimentar otras inquietudes.

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MEDIR EL LABERINTO
por Ernesto Páramo (Director del Parque de las Ciencias, Granada)

EL mundo es un laberinto imposible. Estamos rodeados de infinitos grumos de materia danzando ciegamente en todas direcciones. Hay tantas preguntas como miradas. ¿Por que las cosas caen, arden, flotan, se pudren o vuelan? ¿Por qué sentimos frío o calor? ¿por qué la luz y el sonido se comportan como lo hacen? ¿Desde cuando? ¿Hasta dónde? Vivimos en un laberinto, el mundo ha sido siempre para nosotros un laberinto abrumador. Para manejarnos en el hemos tenido que aprender a descifrarlo. Poetas y astrónomos, constructores y arquitectos, físicos navegantes y pintores han tratado de establecer códigos fiables. Buscar pautas y regularidades. Establecer puntos de referencia, sembrar el universo de pistas. Primero dar a las cosas un nombre y después situarlas en un esquema, tomar medidas. Pero, ¿cómo medir el mundo? Nada es más próximo al ser humano que su propio cuerpo. El cuerpo es pues, para nosotros, la medida de todas las cosas. Tomar medidas es, en definitiva, relacionar la dimensión del mundo con nuestro cuerpo. Dedo, pulgada, brazo, pie…, son las primeras varas de medir. Pero, ¿cuanto mide un pie?, ¿el pie de quién?

Desde la pulgada, tan cercana e intuitiva, hasta la fracción del meridiano terrestre o la longitud de onda, el recorrido ha sido una aventura inmensa desarrollada por la inteligencia humana decidida a convivir. Porque, el hombre solo, no precisa más medida del mundo que el capricho de su anatomía. Es al establecer intercambio (de ideas y de cosas) cuando la necesidad del patrón se hace patente.

La fijación de patrones, primero locales y después universales, se impondría poco a poco. Es la poderosa necesidad del intercambio humano. Pongámonos de acuerdo. Por ejemplo, ¿cuánto mide un metro? “1.650.763,73 veces la longitud de onda en el vacío, de la radiación correspondiente al isótopo de criptón 86.” (Longitud del metro según la Conferencia general de Pesas y Medidas. París, 1960). No cabe pensar en vara de medir más alejada de la experiencia cotidiana. Es el precio de la precisión.

En la apasionante historia de la medidas hay algunos capítulos verdaderamente emocionantes. Erastóstenes, hace 2.200 años, calculó en Alejandría la circunferencia de la Tierra por un procedimiento, tan ingenioso como eficaz, basado en la medición de las sombras que producen unos postes expuestos al sol en diferentes lugares.

En 1676 el astrónomo danés Ole Roemer protagonizó una de las mayores gestas de esta historia de la medición. Calculó la velocidad de la luz en base a los adelantos que se producían en los eclipses de las cuatro lunas de Júpiter conforme la Tierra se acercaba a ese planeta.

El genial relojero John Harrison dedicó por entero su vida a responder al fabuloso desafío que el Parlamento inglés lanzó al mundo en 1714, resolver uno de los mayores retos científicos y materiales de su época: ¿cómo establecer de modo inequívoco la longitud geográfica? Gracias a ello pudieron salvarse miles de vidas en el mar y hacer seguro el comercio y las comunicaciones.

Otro de los grandes retos de ese siglo fue el establecimiento de un patrón metro, universal y de gran exactitud. Y aún hoy seguimos aferrados a la tenue certeza que el metro nos ofrece.

En el trabajo que sigue se expresan y recrean otras visiones del metro. INEDICIONES nos propone, con este sugerente proyecto, una mirada audaz y creativa a la difícil  “práctica de la mesura”. Cuenta para ello con lúcidas colaboraciones que nos brindan, desde enfoques artísticos, bellos y sutiles puntos de vista. Imágenes para movernos mejor por el laberinto. Para observar y expresar las claves del mundo. Son nuevas miradas.

… una mirada inteligente al universo, eso tienen en común las ciencias y las artes.

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